Santuario Nacional de El Cisne
Parroquia El Cisne
El Santuario de Nuestra Señora de El Cisne es el principal atractivo religioso turístico de la región, debido a flujo de peregrinos que lo visitan.
Las cuatro ferias anuales que se realizan en la localidad son: en Mayo, Agosto, Septiembre y Noviembre, a más de las festividades de parroquialización en el mes de Abril, el resto de feriados y los fines de semana movilizan gran cantidad de personas. Sin embargo no existe una entidad que se encargue de la organización adecuada de las mismas.
La parroquia posee a más del turismo religioso otros atractivos turísticos en cada uno como de sus tres zonas climáticas, sus vestigios arqueológicos, caminos ancestrales y además podemos mencionar los siguientes lugares específicos:
- Museo ruta del Libertador, en proceso de consolidación y ampliación del proyecto.
- Basílica de El Cisne (principal en la zona), para lo que se debe realizar un mantenimiento arquitectónico e iluminación.
- Creación de un centro educativo técnico en las especialidades de turismo, música, idiomas.
- Museo religioso del santuario de El Cisne
- Torre del Reloj
- Placas de los milagros
- Agua del Milagro
- Monumento al Cisne
- Creación de otros monumentos
- Investigación de atractivos turísticos para desarrollar el turismo.
- Creación del teleférico Potochuro Catamayo.
- Tarabitas del Potochuro playón de estacionamiento de la loma. – Reactivar y crear senderos en varios sectores de la parroquia de El Cisne.
- Potencializar los destinos turísticos en San José, Pogllo, Santa
- Teresita, el Cisne, Laguna Siriguiña, otros.
- Cerro Potochuro
- Cerró Chayalama.
- Reconstrucción de los hechos históricos de la aparición de la virgen en Chayalama y sus tres iglesias.
- Río de Ambocas, Rio Gualel en Chaquircuña.
El relieve de esta meseta donde se asienta esta parroquia, posee una arquitectura vernácula y que en general es muy accidentada ya que la forman una sucesión de cordilleras y columnas de poca altitud, esta meseta se encuentra sobre la cordillera de los Ambocas, en esta escarpada cordillera se encuentra asentada la parroquia de El Cisne cuya fama en el ámbito religioso es muy grande e importante por estar allí erigida la Basílica de la Virgen del Cisne.
La Basílica es de estilo ojival, su construcción fue iniciada por el reverendo padre Ricardo Fernández, quien dejó sentados los cimientos y las columnas del primer piso, la obra fue continuada por los Padres Oblatos quienes terminaron el Santuario.
Junto al Santuario se encuentra la Torre del Reloj, construida por los moradores, en ella reposan dos campanas medianas que anuncian las horas, ocho pequeñas con las que se tocan los repiques y dobles de las llamadas a las ceremonias y una campana mayor utilizada para anunciar situaciones de emergencia como incendios, y robos al santuario, todas las campanas son manipuladas por un sistema eléctrico.
Características del Sector
Es una de las Parroquias rurales del cantón Loja, con una topografía muy accidentada y de difícil acceso.
La orografía de esta zona es muy irregular, las pendientes del terreno sobrepasan el 100%, sin embargo y a pesar de estas condiciones existen una población que depende en buena forma de las actividades agrícolas y ganaderas. Los terrenos están muy erosionados y deforestados.
Actividades Productivas
La agricultura y la ganadería son las fuentes de riqueza del sector, producto de las siembras de temporal. No tienen ningún sistema de producción de abono orgánico y utilizan abonos químicos, vertiendo los residuos en potreros y quebradas.
Otra de las actividades principales de la Parroquia es la actividad religiosa y comercial, constituyendo el turismo religioso una actividad económica de especial significación.
Cuenta con infraestructura de agua potable en algunos barrios, con el sistema eléctrico y de algunas instituciones que prestan importantes servicios a la comunidad.
División Política-Administartiva
Políticamente la parroquia cuenta con los siguientes barrios:
Ambocas
Chaquircuña
Agua del Milagro
Huasir
La Nona
La Concha
Millubo
Santa Teresita
Sentado sobre el lecho de oro, hacia el noroeste de la ciudad de Loja, yérguese el encumbrado risco del Cisne, casi siempre graciosamente coronado de purísimas nubes. A sus plantas, deslizase ora impetuosas y espumantes, ora tranquilas y cristalinas, las aguas del tibio Guayabal, las que a poco de beneficiar con su frescura pintorescos huertos y fértiles praderas, corren a mezclarse con el caudaloso Catamayo. Al respaldo del misterioso monte, cual gigantesco muro se destaca la majestuosa cordillera de Ambocas como sirviéndole de abrigo, de los helados cierzos del norte y del poniente.
Arduo y muy penoso, es de ordinario, el ascenso hasta la cumbre del Cisne. Sus faldas de abrupta pendiente, el suelo cruzado a cada paso con hondas quiebras abiertas por lluvias torrenciales de largos siglos, hacen la subida lenta y fatigosa. Sus contornos por otra parte, desprovistos de arboledas, y donde escasamente crecen arbustos de pequeña talla, contribuyen a darle aspecto algún tanto monótono y sombrío. Más, no tarda en experimentarse impresiones las mas gratas, cuando coronada la pendiente, se expande de improvisto hacia el sur el horizonte, para desarrollarse ante la vista del fatigado caminante el más bello y encantador de los panoramas. En medio de un laberinto, o mejor dicho, de un verdadero oleaje de montes y de crestas, que cruzan aquí y se abren más allá, para luego entrelazarse, hasta perderse en las vaporosas líneas del Cajanuma.
No bien coronada la altura del misterioso monte, de seguida, déjase ver la pintoresca Parroquia del Cisne, con sus ranchos de rojizas techumbres, diseminadas caprichosamente por el altozano y la ladera, con jardines de vistosas y fragantes flores con su templo añoso y venerado, coronado por modesto campanario. Asentada la aldea del Cisne como nido de águila sobre la cima de inaccesible risco, con su aire de sencilla majestad, es el sitio más venerado de nuestro territorio, un lugar donde todo corazón cristiano siente las más tiernas e inefables emociones. Y éstas, como hemos dicho, no son producidas, desde luego, por la amenidad de los campos, ni por la frondosidad de las flores, ni por la variedad de las plantas, nó; porque allí todo nos convida a desligarnos de lo terrenal y a elevar nuestro espíritu a una región superior; a ponernos en comunicación inmediata con Dios, con el cielo y con María. ¡Y qué pensamientos tan llenos de esperanza y de consuelo nos despierta la visita del santuario con sus envejecidos muros! Ante él, parecen desfilar una por una todas aquellas magníficas imágenes, a cual mas tiernas y embelesadoras de los Libros Santos, el Cedro secular del Líbano, el frondoso ciprés del Monte Sion, la soberbia palma de Cadés, la oliva coposa de los campos, el gallardo rosal de Jericó, emblemas y figuras todas de María y de la singular protección suya a sus devotos.
En aquella misteriosa cumbre perdida entre las nubes, el peregrino siéntese verdaderamente elevado a regiones donde el corazón se abre a las más sublimes esperanzas.
Y aquí, justo es de preguntarnos ¿porqué este modestísimo rincón de nuestro suelo aparece tan venerado y respetable? ¿Qué tesoro de valor inapreciable encierra en su seno esa escondida aldehuela para que tan poderosamente atraiga las miradas y simpatías de todos? Su tesoro lo diremos, constitúyelo una imagen de María, de exterior humilde, pero cuyo rostro transparenta una luz indeficiente, extraordinaria. Si; una devota imagen de todos conocida con el título significativo de VIRGEN DEL CISNE; una imagen que ha más de tres centurias tiene alzado su trono en aquel templo, donde reina y reinará siempre por el atractivo de sus singulares beneficios, y el ascendiente de sus grandes misericordias. Tal es la riqueza inapreciable que encierra ese santuario.
Los principales pobladores, a no dudarlo, fueron procedentes del valle de Chucumbamba (hoy Chuquiribamba), a cuya jurisdicción perteneció El Cisne, el largo período de cientos de años. El carácter, usos, costumbres, rasgos o notas fisiológicas son bastantes fundamentales para establecer la unidad de origen entre los habitantes de los dos pueblos. Los cisneños fijaron probablemente su residencia en aquel sitio, hacia los años de 1560 o sea doce años después de la segunda y definitiva fundación de la ciudad de Loja.
Durante el coloniaje, los territorios del Cisne fueron parte integral de la provincia de Ambocas, a la cual pertenecían también los pueblos de San Lucas, Santiago y Chuquiribamba. Las tierras que señalaron al principio a la comunidad del Cisne, fueron más extensas, en proporción de las que se concedieron ordinariamente a otros pueblos, al igual habitados por familias de indios. Porque aún, cuando de conformidad con las Leyes de Indios, no se debía adjudicar a los naturales de cada asiento sin la propiedad de una legua en contorno del poblado, sin embargo, por excepción y a causa de ser El Cisne tan lleno de barrancos y despeñaderos, se le aplicaron algunas leguas a la redonda, según provisiones de la Real Audiencia de Quito, y varias ordenanzas confirmatorias de los corregidores de Loja.
El Cisne, a lo que parece, tuvo una población nada despreciable, puesto que en sus inmediaciones, se habían fundado tres parcialidades o dependencia, denominadas Ari, Ganajapa y Nona; esta última, la más antigua, dio en parte, origen a las otras. Sin embargo, es conocido que azotado el pueblo con frecuencia por terribles epidemias de viruela y sarampión, su población decayó notablemente, y vino tan a menos que, un siglo después de fundado, el centro del poblado, no contaba sino con cinco indios tributarios de la Real Corona.
Despoblación tan notable, entre otras razones, dio asidero a los visitadores nominados por la Real Audiencia, para que ordenaran hasta tres veces la reducción de los indios del Cisne, primeramente al sitio de Gonsaballes (hoy Gonzabal) y después al Valle de San Juan de Chuquiribamba. Sin embargo, estas ordenanzas no se redujeron a la práctica, porque justamente encariñados los indios con el suelo que les vio nacer, y repugnando por otro lado, la convivencia con los de Chuquiribamba, con quienes estuvieron siempre mal avenidos y en continuos desacuerdos, opusieron tenaz resistencia a las órdenes de reducción; y a la final, consiguieron que se expidiera una Real Ordenanza, según la cual, se les dejaba en libertad para trasladarse si lo querían, a Chuquiribamba, o para quedarse en el Cisne.
El Cisne y Chuquiribamba, dos aldeas que formaron parte integral de una misma parroquia se habían disputado entre sí la primacía de sede o cabecera parroquial, desde muy remotos tiempos.
En consecuencia, desde 1620, más o menos, El Cisne fue, de hecho, constituido centro principal de la parroquia, y en tal categoría se mantuvo más de un siglo, por la absoluta decadencia de Chuquiribamba, cuya población tocaba casi su fin.
Junto con los honores de cabecera cantonal el Cisne llegó a imponer su nombre a todo el territorio parroquial, designándose con el título de “Parroquia o Doctrina de Santa María del Cisne” calidad que conservo hasta mediados del siglo XVIII como lo acreditan muchos documentos de la época, y en especial, más de 24 autos dictados en el Cisne por los Visitadores Franciscanos, entre los cuales se registra uno del Ilustrísimo Romero, Obispo de Quito en 1720.
Al finalizar el siglo XVII, el Cisne a su turno vino la decadencia y tuvo que ocupar puesto secundario porque reaccionado el pueblo de Chuquiribamba, tornó esta iglesia a ser cabeza y matriz del territorio parroquial, duró tal orden de cosas, hasta la última demarcación de parroquias que un siglo después hizo la autoridad eclesiástica.
Aunque el Cisne es lugar donde se han establecido algunas familias de mestizos, sin embargo, en su mayoría la población actual se compone de naturales, que por lo general, han conservado el carácter e inclinaciones propias de su raza. Sin embargo, los cisneños menos dados a la holganza que sus congéneros, se distinguen por su dedicación a las labranzas de los campos; son casi todos agricultores y merced al cambio de sus productos agrícolas con los de Zaruma, han llegado a procurarse algunas comodidades y viven con bastante holgura.
Sus casas regularmente alineadas y tenidas con aseo, sirven de hospedería a los peregrinos que acuden, en gran número a la fiesta del 15 de Agosto, y entre año, a la celebración del mes de Mayo.
En 1873, siendo presidente de la República del Ecuador el Doctor Gabriel García Moreno, se elevo a El Cisne a la categoría de parroquia civil, separándose definitivamente de Chuquiribamba.
Santuario del Cisne
A 70 kilómetros de Loja, en medio de una humilde pueblo de campesinos, se levanta un enorme templo gótico, muy concurrido durante todo el año, por peregrinos del Austro Ecuatoriano y del Norte Peruano. El templo es imponente en sí y mayor grandiosidad le da su ubicación en la cumbre de una escarpada montaña. En su interior se venera una imagen de la Virgen María tallada en cedro, a fines del siglo XVI por Don Diego de Robles, el autor de la Virgen del Quinche y la de Guápulo.
Fueron los campesinos los que decidieron viajar a Quito en busca de una imagen de Guadalulpe- la Virgen Morena, patrona de la América Indo-hispánica- y en 1594 le erigieron una ermita. La Virgen del Cisne, desde esa época, es la “reina” de los campesinos y su devoción se ha extendido por todos los ámbitos.
El 30 de mayo y el 15 de Agosto celebran sus principales festividades en la parroquia de El Cisne. Inmediatamente después de la festividad de agosto, se realiza un acto religioso muy impresionante, y quizá único en su género: miles de peregrinos llevan en hombros la portentosa imagen hasta la ciudad de Loja. La procesión es impresionante, son kilómetros de gente que camina cumpliendo las tradicionales “promesas”; todos pugnan por la suerte de cargar la imagen un momento durante el trayecto.
Por fin, la tarde del 20 de agosto ingresa la Virgen del Cisne, en la ciudad de Loja, para presidir la gran festividad religiosa, comercial y agrícola que desde 1824 se efectúa el 8 de septiembre, según lo decretó el Libertador Simón Bolívar en su visita a Loja en Octubre de 1822 y que fue ratificado después mediante un Decreto Supremo de Julio de 1829, dándole al evento la calidad de Feria, con exención total de tributos.
El 1 de noviembre retorna nuevamente en hombros de sus devotos hacia su Santuario; y es que la Virgen es campesina. Viene a la ciudad, con motivo de la fiesta; pero retorna junto a ellos a su Santuario levantado en ese pueblecito humilde y acogedor, cuya restauración en su estilo tradicional se concreto para darle mayor atractivo turístico.
“El Cisne, montaña sagrada, escogida por Dios y entregada a María, para que sea, en el tiempo, símbolo de gracia y perdón”. Pueblo asentado en las agrestes estribaciones del Fierrohurco en la cordillera Occidental de Los Andes y a una altitud de 2.440 metros sobre el nivel del mar; con su caprichosa orografía presenta una paisaje irregular, suntuoso y propicio para la meditación y el libre vuelo de la imaginación que atraviesa las fronteras de lo humanamente apreciable por nuestros sentidos.
El Cisne viene a constituirse geográficamente en el corazón del Austro Ecuatoriano; siendo posible llegar hasta él, ascendiendo paulatinamente desde la vecina parroquia de San Pedro de la Bendita por una amplia carretera que tiene un recorrido de 22 kilómetros.
Esta distancia ordinariamente es cubierta por los diferentes medios de transporte terrestre; sin embargo, en innumerables ocasiones, los miles de peregrinos prefieren avanzar a pie, y algunas veces completamente descalzos. A esto se suman contadas ocasiones en que, desde pequeñísimas distancias, los fieles ingresan al Santuario de rodillas, guiados por la emoción de encontrase frente a frente con la Madre de Dios en una advocación que por siglos ha tocado profundamente las fibras de la religiosidad del pueblo.
El Cisne actualmente mantiene conexión, con importantes sectores de la Costa, Sierra y Oriente Ecuatorianos. Cabe resaltar el hecho de que dada su condición de único Santuario en la zona austral, goza de un singular y significativo prestigio religioso, motivo por el cual es considerado como la más alta expresión de la fe en Cristo y del amor a la Madre de Dios. Consecuentemente, se ha convertido en un de los lugares más visitados en el sur de la Patria.
En cuanto a sus habitantes, se ha llegado a determinar que éstos, en su gran mayoría, constituyen grupos familiares descendientes de los Paltas y son todos ellos firmes y permanentes guardianes de su sagrada imagen, a la que honran y veneran. Como único medio de subsistencia en su estilo característico de vida, practican la rudimentaria y escasa agricultura y ganadería; y decimos escasa porque periódicamente la zona es afectada por terribles sequías que muchas veces han obligado al éxodo habitacional.
El Cisneño tiene vocación por el arte musical y desde luego sus aptitudes son envidiables, de tal manera que si tomamos en cuenta el escaso número de habitantes, es verdaderamente motivo de sorpresa y admiración el hecho de que en la actualidad se puedan contar con tres bandas de músicos perfectamente bien organizadas, y dos coros de alta calidad artística.
El Museo de Arte religioso ubicado en un amplio subterráneo de la Basílica guarda los tesoros artísticos que son testimonios del amor y veneración del pueblo de Loja y Provincias vecinas a Nuestra Señora de El Cisne.
Origen Histórico de la Advocación
Advocación de la Virgen del Cisne
Existen dos documentos que hacen alusión al origen de la advocación de la virgen: «la relación del Anónimo Adicionador de los anales de Montesinos» de Fernando Montesinos; y la «Crónica de la Provincia de los Doce Apóstoles del Perú» de Fray Diego de Córdova y Salinas.
El primer documento, denominado: «Los anales de Montesinos» constituye un testimonio importante, pues aún cuando este autor español no fue un testigo presencial de los hechos, cree que la Virgen «aparece por revelación». Sostiene que debido a una hambruna y la difícil situación de los pobladores por los españoles, se les apareció la Virgen a los principales del pueblo, el 12 de octubre de 1594. Esto motivó a fundar una iglesia, que dieron el nombre: «Nuestra Señora de El Cisne». El documento señala, que la Imagen es de una Vara, similar a la de Guadalupe, de color trigueño, y que su fiesta se celebra en el mes de diciembre.
El segundo documento, «Crónica de la Religiosísima provincia de los Doce Apóstoles de Perú» de Fray Diego de Córdova y Salinas de 1651, transcribe el testimonio certificado del padre José Lucero, Vicario y Párroco de la doctrina del Cisne. De acuerdo a este criterio, la fecha del origen de esta advocación es el año 1596. El religioso que fue párroco de este pueblo certifica que en dicho pueblo se encuentra una imagen con un niño en la mano, que fue traída por los indígenas desde Quito. Sostiene que las en honor a esta imagen se celebra una fiesta el 8 de septiembre, donde frecuentan los vecinos de Loja y Zaruma.
Las Motivaciones Históricas del origen de el nombre del Cisne
La palabra «cisne» de origen español fue establecida por el obispo Luís López de Solís, a la efigie obtenida por los indígenas del Chayalama, alrededor de 1594. Dos años más tarde, este fue generalizado a la población por parte del mismo sacerdote, con motivo de su visita a este asentamiento nativo.
Los historiadores lojanos, Riofrío y Jaramillo, han explicado que el extraño nombre de “El Cisne” de una ave blanca, acuática y europea con el que se bautizó a la Virgen local, correspondería al mito europeo del héroe Lohengrin hijo de Persival, caballero del Santo Grial, que diera origen a la Orden de Caballeros del Cisne, en memoria del ave con quien se asociaba dicho héroe. Sin embargo, el hallazgo del ave Pisaca, que representaba a la diosa paltense de la fertilidad, nos permite sugerir que, el Obispo Solís, al cual se le atribuye la idea del nombre de la Virgen, debió tomar en cuenta este detalle para bautizar al milagro y volverlo aceptable en las mentalidades de los paltenses.
Las interpretaciones de historiadores del nombre y el lugar: Cuizne y Orden de Caballeros del Cisne. No son convincentes.
Otra interpretación
La Novena en honor a la Santísima Virgen del Cisne nos cuenta que: “El Cisne, villorrio indígena, cercano a la laguna Zarihuiñay, hasta hoy muy frecuentado por los llamados brujos, y contiguo a una roca escarpada, llamada Potochuro, fue sin duda alguna, un oratorio religioso de alguna de las parcialidades Paltas y los del Cisne, que talvez pertenecían a algunas de éstas, eran muy aferrados a sus superticiones” .
Zuri= Ave o lugar con aves (tienen el color entre pardo y blanco; no vuelan por alto mas a vuela pie ,son muy ligeras; corren más que un caballo” (Garcilaso)
Huiñay= siempre. Ejemplo “Huiñay Huayna= siempre joven) (Garcilaso)
Poto= calabaza (término usado hasta hoy). Sirve para llevar agua
Churo: caracol (animal relacionado con el agua, igual que la tortuga)
Fue necesario que para que esta Virgen con un nombre tan extraño fuese aceptada por los indios, que los españoles integraran un patrón no cristiano. Al reemplazar a los incas, se adueñaban del poder y de la preeminencia frente a llactayos y forasteros que debían reconocerlos como tales. Fue sin duda, una acción bien premeditada que partía del profundo conocimiento de los andinos.